DESDE BURGOS SU EXPERIENCIA EL 30 DE JUNIO EN AVILA

Crónica del Encuentro de los GOT en Ávila con motivo del XXV Aniversario de la creación de los Grupos de Oración Teresiana. Salimos de Burgos con un pequeño retraso. Éramos una veintena de personas. Finalmente, no nos acompañó Pedro Tomás Navajas, que creyó conveniente quedarse ante la gravedad en que se encontraba el P. Jesús Mª Arroyo, cuyo desenlace final se esperaba en cualquier momento. Durante el viaje hicimos una oración matinal, en la que se nos anunciaba, a través de santa Teresa, que “veríamos grandes cosas”. El salmo nos invitaba a la alegría al contemplar las obras del Señor: “Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios. El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta”. El canto nos exhortaba a proclamar la misericordia y fidelidad del Señor. Finalmente, santa Teresa nos deleitaba con uno de sus diálogos amorosos con el Señor: “Y cómo, Señor mío, no queda por Vos el no hacer grandes obras los que os aman, sino por nuestra cobardía y pusilanimidad”. Una vez en Ávila, nos dirigimos al Carmelo de San José, donde nos habíamos citado con los GOT de toda España. Allí tuvimos un momento orante. El salmo 63 ponía en nuestros labios la alabanza al Señor con las palabras: “Todo mi ser tiene ansia de Ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”. La Carta de san Pablo a los Romanos nos advirtió: “No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto”. “ Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así”. Y terminaba diciendo: “Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración”. El canto “Ubi caritas et amor, Deus ibi est” nos unió fuertemente en el amor. Un pasaje del Libro de la Vida, de santa Teresa, encendió nuestros corazones al hablarnos del gozo que experimentaba cuando veía poner el Santísimo en una iglesia suya, y su satisfacción por el deber cumplido al fundar “otra iglesia más de mi padre glorioso san Josè”. Terminaba el pasaje exultando de alegría por verse rodeada de “almas tan desasidas”, “cuyo trato es entender cómo irán adelante en el servicio de Dios. Y así no viene nadie a esta casa sino quien trata en esto”. Nos despedimos con el canto “Decir tu nombre, María”. A continuación, nos distribuimos en tres grupos para hacer sendos “paseos orantes”. Nos explicaron los tesoros artísticos del templo de san José y visitamos el museo anexo, donde pudimos contemplar la celda de santa Teresa, con el crucifijo original a la cabecera de su cama. Pudimos ver una especie de cojín de aspecto sumamente austero sobre el que se sentaba en el suelo para escribir. También vimos reliquias de la Santa, ellas una falange de un dedo de su mano; y el Ecce Homo que motivó su conversión. Nuestro siguiente destino fue el convento de la Encarnación, donde pasó la Santa sus primeros 30 años como carmelita, antes de iniciar su etapa fundadora. Vimos la casa-museo y tuvimos un rato de oración en su iglesia. Así llegamos a la hora de la comida, para la cual nos trasladamos al CITES (Centro Internacional Teresiano Sanjuanista). Aquí recibimos la noticia del fatal desenlace del P. Jesús. Tras un breve recorrido por sus dependencias, que nos permitió observar su luminosidad, sobriedad y funcionalidad, partimos para el templo de la Santa, que está asentado sobre la que fue su vivienda en la infancia. Allí celebramos la eucaristía; y, a continuación, visitamos el museo de la Santa, construido en el subsuelo del templo, que está dividido en cuatro secciones: la dedicada a la genealogía, infancia y juventud de la Santa; la de su etapa de fundadora y reformadora; la de su muerte y glorificación; y, finalmente, la dedicada a la pervivencia de su obra en sus Hijas e Hijos. Con esta visita pusimos fin a nuestra estancia en Ávila. En el viaje de regreso no faltó el tiempo dedicado a la oración y acción de gracias individual por las experiencias vividas. Llegamos a Burgos a la hora prevista, sobre las 10 de la noche, y nos recibió Pedro, visiblemente apesadumbrado por la muerte de nuestro hermano Jesús Mª Arroyo. El frío reinante parecía testimoniar tan triste suceso. Con la cita para velar su cadáver el día siguiente, nos separamos para ir a descansar cada uno a su casa. Doy gracias a Dios por haber sentido tan palpable la presencia de nuestra Santa fundadora Agustín. Coordinador de los GOT de Burgos.

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