I DOMINGO DE ADVIENTO
“Salid al encuentro del Señor que viene”.
Así que el Adviento es un tiempo de despertar si nos habíamos dormido, de avivar la fe.
Es muy importante sin embargo recordar que éste no es un tiempo de amenazas.
Decimos: “¡Viene el Señor!”
Y algunos parece que lo dicen con espanto, como si viniera el desastre, como si hubiera que esconderse. Es al revés.
¡Viene el Señor, qué alegría!
Dios está con nosotros, Dios es el Libertador.
Es de noche y está oscuro, pero se adivina ya cierto resplandor más claro...
Viene la luz, viene el sol, y nos sentimos bien, nos sentimos llenos de esperanza.
Velar, vigilar, es escuchar el latido de la vida, trabajar, día a día, para que la obra que Jesús comenzó llegue a su cumplimiento. Darle a conocer con nuestra vida, estando atentos a los anhelos de paz, de justicia, de solidaridad. Sabiendo siempre que en la alegría, en el dolor, en todas las circunstancias y en todos los acontecimientos, Jesús está con nosotros.
La Palabra de Jesús, lejos de provocar miedo o angustia, es Fuente de confianza, paz y alegría interior. Es anuncio de su presencia y de su salvación.
Celebrar el Adviento supone una actitud de atención, vigilancia y espera activa, vivir ni dormidos ni angustiados, ni despreocupados ni con temor.
Lo nuestro es vivir en esperanza y despertando esperanza.
El Dios que viene es el que esperamos, el que anhelamos, en quien confiamos, el que sale a nuestro encuentro, el que nos busca, nos comprende, nos libera, nos acoge, nos cura, nos quiere, nos llena de vida, alegría, luz y paz.
Éste es el mensaje de Adviento: “Alégrate, porque llega tu Luz”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario